En la pintura de Herminia Pavón todo danza: los colores, los cuerpos, los espacios, y las formas; produciendo una música visual, su magia nos hace ver los sonidos que se mezclan yuxtaponen, contrastan, se esconden y aparecen en un continuo movimiento, transformando los cuerpos ingrávidos en curvas sinuosas, que se estiran y encogen, se mecen al compás de diferentes ritmos que llenan el aire de sones que van mas allá de la superficie plana en la que existen. Su pintura no proviene de pincel, sino de la acción de derramar gotas y líneas que se convierten en una escritura muy personal, fuerte, expresiva e irrepetible, que nos relatan diferentes estados de ánimo, naciendo de ellos un mundo diferente pleno de vitalidad y alegría, que nos envuelve, despertando un deseo casi irreprimible de bailar.
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