Y ahí estás, con tus ojos que me invitan ala montaña rusa
de tu sensualidad,
y yo incansable , acepto,
aunque ya había aceptado con tu sola mirada,
aunque mi consentimiento no vale,
ante esta pasión que tanto me arrastra.
Y ahi estás, sin saber si eres tú quien domina a tus ojos
o simplemete son ellos quien mandan,
en el deseo entre nosotros.