Aunque Silvia Pinal sí fue una estrella a diferencia de Carmen Salinas, y aunque ambas tenían una cercanía con la esfera social, política y periodística del país que las hicieron estar vigentes mediáticamente, su lejanía con el pueblo de México fue notorio e hipócrita, al cual buscaban en taquilla y lo distanciaban cuando buscaban sus vulgares ambiciones basadas en la corrupción y la inmoralidad normalizada. Ambas actrices podían manejar la opinión pública y controlar las notas del espectáculo pero no la espontaneidad de la manifestación masiva, que dejaron sola a Pinal en su homenaje póstumo en cuerpo presente en el palacio de Bellas Artes sin la presencia de visitantes como en el caso de José José, Juan Gabriel y Gabriel García Márquez, como también dejaron sola a Salinas en un homenaje póstumo en cuerpo presente que terminó arrojado en las calles rojas de Sullivan y no como el caso del adiós a Maradona que fue en plena pandemia al igual que ocurrió con Carmen salinas, pero que en caso del jugador argentino no importó el riesgo de contagio para la multitud ahí presente.La escuela de Salinas y Pinal se trata de implantar con nuevos famosos como Lucero Mijares y Angela Aguilar, que reciben más alabos de los periodistas y charlistas de chismes que del público, y que caen en el mismo error de querer imponer una aceptación forzada por medio de la percepción engañosa , cuando la mayoría las rechaza.