Hermosas hebras de ébano luciente,
sobre la nieve y rosas esparcidas,
o con arte a los lados divididas
para dejar que luzca la alba frente.
Ojos, donde reside un fuego ardiente,
cejas, arcos de Amor, cejas pulidas,
en mi pecho os halláis tan esculpidas,
como si no estuviera agora ausente.
Y vosotros, hoyuelos, producidos
de una risa, entre perlas lisonjera,
cuyos ecos anhelan mis oídos.
Si sólo imaginados, de manera
mi alma excitáis que pierdo los sentidos,
al veros, ¿qué será? ¡Quién, ay, os viera!
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-- de Gaspar María de Nava Álvarez --