jueves, 11 de enero de 2024

COSAS DEL PERIODISMO

 


























Históricamente han existido dos visiones de lo que debe ser la misión seminal del periodismo: la esgrimida por George Orwell y la planteada en la praxis por el magnate de la prensa William Randolph Hearst. Orwell esgrimía que el objeto del periodismo era la crítica ante el poder y que, de no ser así, no se estaba realizando otra cosa que meras relaciones públicas. Mientras Hearst veía a la información como un vehículo para allegarse de recursos y, en cierta medida, de poder.

En el caso nacional, ambas corrientes han resaltado históricamente. Si bien, durante la época del Nacionalismo Revolucionario (1929-2000) buena parte del periodismo estuvo supeditado al poder en turno, también hubo personajes conspicuos que, con su pluma y su talante crítico, desafiaron al poder establecido. En este rubro resaltan –o resaltaron– gente como Julio Scherer, José Pagés Llergo o Carmen Aristegui, quienes a través de Excélsior, Proceso, Siempre u otros canales de información, pusieron en la picota al poder en turno, a través de sus bien documentados reportajes que desnudaban con maestría los excesos del poder que otros simplemente soslayaban. 

A pesar de esta división del periodismo entre cronistas de la verdad y acólitos de la mercadotecnia, una de los preceptos que ha dado sustento al oficio es el de la verdad. Y la verdad, entendida como tal desde la ciencia, es un hecho que puede demostrarse a través de evidencias tangibles o palpables. De tal suerte que diversos corresponsales o periodistas pudieron dar fe de la Guerra de Vietnam, del Asalto al Palacio a la Moneda o de la Guerra contra el Narcotráfico, a través de sus crónicas y sus fotografías. Cabe destacar que, en la modernidad, la política y la misma ciencia habían tenido el mismo sustento.

Sin embargo, con la llegada de la posmodernidad y de la relativización total de los antiguos conceptos, algunas personas han llegado a cuestionarse qué es mentira y cuál es la verdad, dejando de lado la división moderna entre lo objetivo y lo subjetivo. Aunque esto no es malo en sí, sus consecuencias sí han resultado delicadas, pues este relativismo ha hecho que se den por válidas algunas ideas que en el pasado hubieran sido descartadas por inviables. Esto porque, en la posverdad importa más lo que la gente quiere escuchar, a lo que realmente sucede. De tal suerte que si un grupo social importante decide que vamos muy bien aunque las cifras digan lo contrario; se apela al sentimiento grupal, en lugar de hacerle caso a las variables estadísticas.

POR.g.o