Como el castor, la ardilla o la chinchilla, el ratón y la rata pertenecen al orden de los roedores (Rodentia),
que con sus casi 2.000 especies constituye el orden más numeroso dentro de los mamíferos.
El tamaño de los roedores varía desde el ratón pigmeo, de cinco gramos, hasta el capibara (o
carpincho) sudamericano, que llega a pesar hasta 70 kilos. La evolución ha dado a estos animales
una dentición especial (reducida en número), adaptada a la alimentación de vegetales duros. En
particular, los incisivos son muy grandes, con una raíz abierta y de crecimiento continuo. La gran
mayoría de los roedores presenta dos incisivos superiores y dos inferiores, separados de los molares
por un espacio (diastema), y ausencia de caninos. Basándose en la estructura del cráneo, los
dientes y los músculos de la mandíbula, el orden Rodentia se subdivide, a su vez, en tres subórdenes:
Myomorpha (roedores similares a las ratas), Hystricomorpha (roedores similares al puercoespín)
y Sciuromorpha (roedores similares a las ardillas). El suborden Myomorpha es el grupo de
mayor número de especies dentro del orden y posee una superfamilia llamada Muroidea, en la
cual se encuentran clasificados la mayoría de los roedores utilizados en el laboratorio y descriptos
en este capítulo, a excepción del cobayo (Figura 3.1). Dentro de la superfamilia Muroidea hay tres
grandes familias: Arvicolidae, ratones de campo conocidos como topillos (en inglés, voles),A pesar de tratarse de subespecies diferentes (según los criterios genéticos), ninguna de las
subespecies mencionadas está completamente aislada, en términos reproductivos, de las otras
tres subespecies. Estos ratones pueden hibridarse en la naturaleza y, por consecuencia, intercambiar
genes en todas las regiones donde se superponen, existiendo evidencias de un intercambio
genético que va desde una introgresión limitada a una mezcla completa. Más en www.somoselespectador.blogspot.com