El retrato es la representación formal de una persona. Aunque yo no me quedaría sólo en esta sencilla definición, ya que el buen retrato debería llegar más allá de dicha representación. Cuando trazamos las líneas que nos llevan al rostro del retratado, no siempre encontramos similitudes entre nuestra obra y el motivo, en este caso persona, que se ha querido representar. El retrato es un arte que va más allá de la fotografía, del dibujo o pintura realista o hiperrealista, de la representación formal exhaustiva. ¿Acaso no hemos visto fotografías de amigos o familiares en las cuales no hemos reconocido completamente al retratado? No nos basta con conseguir la semejanza del rostro, es importante indagar en el gesto, en la posición habitual que tiene esa persona habitualmente. La personalidad, aunque nos pueda parecer un concepto difícil de definir, es algo que también ha de ser impreso en la imagen que vamos a conformar. Para conseguirlo debemos conocer en profundidad a nuestro modelo.La percepción de un individuo es fundamental para conseguir un buen retrato. El ánimo que este posee puede ser una cualidad esencial para conseguir un resultado óptimo en nuestra obra. No sería muy adecuado mostrar un rostro triste si la persona a la que estamos retratando se muestra, la mayor parte del tiempo, feliz y risueña. El gesto, la expresión del rostro es algo que debemos elegir con precisión si lo que buscamos es el parecido.