Diferentes son las circunstancias que han hecho que artistas, deportistas, filósofos , intelectuales y otros personajes se hayan convertido en ídolos de sus países y otros en todo el mundo. En el caso de los deportistas podría resultar explicable, al involucrarse el público con la camiseta que representa, o por el simple hecho de hacer un éxito ajeno como propio.También en el caso de los que representaron a un país o a un núcleo social, o momento histórico político. En el caso del arte o la belleza, será por el gusto de las mayorías sobre los rechazos minoritarios, pero tampoco podemos negar que personas públicas fueron favorecidas por circunstancias que las volvieron ídolos sin tener facultades extraordinarias para serlo; como puede ser el apoyo social a quien fue víctima o la defensa masiva para el más débil. Así como también por planes de control mediático, una muerte trágica o sorpresiva en la cumbre de su carrera, e incluso un lugar ocupado por ausencia de otras opciones, como puede ser el caso de Vicente Fernández ante el eslabón que se rompió en la música mexicana con la muerte de Javier Solís o el caso de Jenni Rivera una artista con fama pública a base de gastos en publicidad, pero sin una voz fuera de serie, ni un material discográfico que le pudiera brindar solvencia, sino por el contrario un historial musical lleno de covers y escándalos surgidos por chayoteros. El ídolo que nace perdura pero el que se hace, no es ídolo, es una figura popular que se recuerda hasta en tanto se publicite su recuerdo, pero no tendrá huella generacional, simplemente será un lapso de memoria,como aquella golosina que nos gustaba y ya no la fabrican.Más en www.somoselespectador.blogspot.com