sábado, 13 de febrero de 2016
UN AMIGO SUBTERRANEO
Años atrás, especialistas ingleses observaron que los niños con autismo o parálisis cerebral que nadaban y convivían con delfines presentaban muy buena mejoría en su estado de ánimo, se relajaban con mayor facilidad y tenían más tolerancia al contacto fisico.
Posteriormente el estadounidense John Lilly, eperto en anatomía y sistema neurológico de los delfines, comenzó a trabajar con niños que presentaban trastornos neurológicos, los hizo jugar con los delfines y registró los cambios que ocurrían en ellos por medio de un electroencefalograma. Además escribió importantes notas sobre las mejorías observadas en el lenguaje, estado de ánimo y movimiento.
A partir de esas pequeñas investigaciones, se han hecho otras en Estados Unidos como las del científico David Cole, quien ha formulado la hipótesis cavitacional, la cual atribuye al sonido del delfín frecuencias ultrasónicas que estimulan al sistema nervioso central del paciente, lo que estimula la liberación de hormonas ligadas a la relajación y mitigación del dolor (como por ejemplo las endorfinas).
El investigador Steve Bearch, planteó la hipótesis de resonancia, que incluye un modelo matemático para evaluar la energía de choque de las ondas que genera el delfín sobre el sistema nervioso de los humanos.
Un estudio en progreso muestra que estos inteleginetes mamiferos del mar reciben y transmiten señales de sonido capaces de afectar la doble hélice genética, y usan biotecnología natural.
Catorce años de estudio multidisciplinarlo en esta área, indica que el ADN, tradicionalmente considerada el "diseño de la vida", puede ser modificada por el sonido y los campos electromagnéticos generados por los delfines. Un sorprendente reporte del investigador Dr. Michael Hyson y otros, estudia el diseño de enrollado del ADN, su acción vibratoria y sus funciones "electrogenéticas" que suceden durante las interacciones bioacústicas entre delfines y humanos.MAS EN www.somoselespectador.blogspot.com