sábado, 10 de octubre de 2020

ANTIPROGREISTAS Josè Angel Martìnez Jimènez

 













ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO - Cuando se hizo del conocimiento de la población mundial, el invento de la imprenta,  ésta ya estaba controlada, porque desde un principio se midieron sus grandes alcances, por lo que se les ordenó a los talleres, la elaboración de libros religiosos antes que los científicos, y al perfeccionarse tal invento adjudicado a Johannes Gutenberg, primero fue prohibido y después controlado  a base de inspecciones de Estado. Las calamidades de la censura siempre han estado presentes, tal y como nuestro país, lo vivió con mayor intensidad en la época de la lucha de independencia y en la dictadura presidencialista hasta el sexenio de Salinas de Gortari, quien debilitó por completo la preparación informativa para comenzar a sembrar voceros sin estudios de ninguna especie pero bien pagados y al servicio de su gobierno, ante el plan de debilitar al Estado y limitarlo en sus funciones jurídicas y económicas, con el fin de procurar la tutela de la esfera empresarial abusiva y con intereses de enriquecimiento y no patrióticos. A diferencia de los medios de comunicación que se tenían en nuestro país en la matanza estudiantil del mes de octubre, de la cual se cumplen cincuenta y dos años; ahora se cuenta con la rapidez tecnológica que no puede impedir la imagen y el sonido  de un acontecimiento en el mismo instante en que ocurre,  y que puede ser difundido por cualquier individuo que tenga un dispositivo con internet  en vez del respaldo de un medio informativo y una unidad de control remoto; por lo que la comunicación se ha vuelto más variada y constante  y difícil de ocultar. Tales características de la nuevas formas de comunicación, han debilitado a los regímenes dictatoriales por más que en sus territorios han prohibido o recortado el internet, también han exhibido los  fraudes que como en el caso de nuestro país, habían mantenido una puesta en escena electoral  perfecta, en donde cada seis años se abrían elecciones con un presidente impuesto, en un principio por su antecesor y años después, por los hombres de empresa que se apropiaron del país. Ahora el neoliberalismo se tambalea gravemente en toda América Latina, incluyendo a  Estados Unidos y al propio México ante  la llegada por primera vez, de manera  democrática y sin vicios del consentimiento, de su actual  Presidente de la República. Sin embargo la censura informativa y de opinión pública, como forma funcional de los gobiernos, ha sido sustituida por la manipulación  basada en  ediciones uniformes, en donde existen más medios informativos pero no variación de los mismos, y en donde los medios no tradicionales, tratan de ser frenados por una provocada  tormenta de noticias inexactas y falsas,   y hasta orquestadas  por    las grandes empresas informativas que han sido exhibidas como mentirosas,  al igual que sus propios  informadores que presumían  ser fuentes confiables. En 1968, el presidente de México, atacaba y controlaba a la prensa,  hoy a veinte años de estrenar este  siglo XXI, y con un  poco  más de dos años de que por primera vez en la historia de nuestro país,  se tenga un gobierno antineoliberal y progresista;  la estrategia censuradora  se ha intercambiado  por la manipulación masiva como autoría de quienes luchan  por la recuperación de  privilegios ilícitios, y cuyo plan llega a ser fértil ante una  Educación  pública ineficiente y la falta de capacidad de análisis  que por años  implantaron los neoconquistadores   antiprogresistas y dueños del  mercado financiero, pero cuya desventaja manipuladora, es la confrontación vivencial que a diario tiene la población, entre la realidad cotidiana y  el consejo informativo, situación que fue captada y asimilada en el 2018 por treinta millones de votantes, quienes  en un ochenta y dos por ciento, ratificarían su voto y piensan manifestarlo en una consulta ciudadana de revocación del mandato, situaciones que ni en sueño se tenían en ese día sangriento  de octubre  del 68, cuyo luto nacional fue atiborrado con la celebración de los XIX Juegos Olímpicos en nuestro propio territorio, y con narraciones eufóricas por parte de los comentaristas de televisión.