sábado, 10 de octubre de 2020

CASOS DE CORRUPCION LEGALIZADA Josè Angel Martìnez

 










ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Sí en México llega a crecer un movimiento   en contra de la corrupción de una manera auténtica y verdadera, por  la inconformidad de un  tocar fondo de la conducta política, social y el saqueo nacional; entonces se tendría que comenzar por eliminar actos de corrupción legalizada, con una acción reformista histórica de actos inmorales permitidos y que han sido heredados por el concierto de un derecho internacional, y que cada región ha vestido de sus propias modalidades y particularidades. Un ejemplo es la figura del notario, que apareció como un escribano designado por la divinidad de un santo, que le permitía convertir actos de fe y de acuerdos bilaterales en inobjetables. Posteriormente al desaparecer la creencia santísima, los escribanos continuaron sus constancias indubitables, cambiando a su santo por un número de notaría, hasta llegar a la actualidad con ganancias millonarias y con su facultad de fedatarios que llegaron a heredar a sus hijos y que después se enmarcó en un supuesto examen de oposición, que ha sido avalado por el titular del poder ejecutivo y otros influyentismos. El notario que brinda formalidad y validez jurídica a diferentes actos, debe ser sustituido en el saneamiento de abusos, por medio de la aparición de los juzgados de lo notarial, a los cuales se podría  acudir, mediante el procedimiento de jurisdicción voluntaria y levantar una acta jurisdiccional pasada ante el secretario de acuerdos como fedatario, y evitar los altos honorarios abusivos del notario, y que para algunos, llegan a ser inalcanzables, al grado de no poder formalizar la compraventa de un inmueble bajo su escrituración o regularizar  su propiedad de interés público. Actualmente, es el caso que los notarios se llevan ganancias jugosas por simples honorarios en operaciones patrimoniales o sin controversias, cuando no deberían ser actuaciones lucrativas y que se disfrazan en programas sociales, como el caso de los testamentos, intestados, y otras delicias para sus bolsillos que reunen  en una intervención injustificada y en la corrupción legalizada. De igual manera, podemos hablar de otras parasitosis jurídicas, que en un momento histórico pudieron ser prácticas y ahora son maliciosas. Los edictos por ejemplo, que son anuncios en los periódicos de mayor circulación y por lo tanto costo, con el fin de respetar el derecho de audiencia y llamar a juicio, al demandado  o tercero interesado, del cual se ignora su domicilio o localización, cuando ahora existen otros medios alternativos de comunicación que podrían ser gratuitos o de muy bajo costo y con mayor efectividad que los medios tradicionales. De igual manera podrían presentarse otras reformas de avanzada y de ejemplo mundial, que darían mayor accesibilidad a registros, búsquedas y otras acciones procedimentales que han provocado ganancias oportunistas y exageradas con el aval de la legislación de cada materia y que rayan en la corrupción y el abuso funcional tradicionalista. Es claro que tales iniciativas deben ser puestas sobre la mesa de discusión y llegar al poder ejecutivo como iniciativa y al legislativo como efectivo realizador de reformas tan importantes y nunca antes propuestas en el mundo del derecho moderno y que serían reflejo de una verdadera transformación de la vida pública y jurídica del país.