ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Los que están esperando un golpe
de Estado en contra del gobierno Lópezobradorista, ya hasta perdieron el sentido del humor ante
su amargura de lo poco probable de que tal hecho pueda ocurrir, y han preferido patrocinar supuestas
inconformidades sociales que son más falsas que un billete de treinta pesos. El
ejército que es pueblo uniformado, también votó en su mayoría por un nuevo
estilo de gobernar y también estaban fastidiados de los abusos, saqueos y de
ser criados de sus nefastos y maléficos superiores. Y es que los nuevos mandos
parecen estar convencidos de la reivindicación que necesita el ejército
mexicano, el cual se había convertido en una simple agrupación de salvamento, y
en policías en tiempo de guerra con funciones inconstitucionales. Los corruptos
militares regularmente no tienen ambiciones roboempresariales, sus
negocios los hacen mediante el
narcotráfico o prefieren saciar su sed de poder con privilegios y buena paga, y anteriormente también les importaba el
reconocimiento social en el mal sentido de la palabra. La guerra sucia, el
abuso indígena y campesino, así como la
fábrica de pobres, de muertos, y desaparecidos en los sexenios pasados, y en
los más recientes de los exjefes supremos de las fuerzas armadas que fueron
Felipe Calderón y Enrique Peña, son
actos que requieren ser plenamente juzgados, y no se debe excluir de la
investigación histórica y penal, a los exsecretarios de la Defensa Nacional y
de la Marina; pero ante el ataque antiprogresista que tiene el actual gobierno,
difícilmente se podrá llevar a prisión a los Galvanes o a los Cienfuegos, sí
antes no se juzga en tribunales nacionales o internacionales y se encarcela a
uno de losexpresidentes.Contrariamente, a la negación de que el ejército fuera
investigado y supervisado por órganos internacionales y grupos de derechos
humanos; actualmente el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas del país, está
consciente, que investigar al ejército, no es una acción denigrante, y que por el contrario, lo hace más confiable
y lo engrandece.
El año pasado las vocerías gráficas disfrazadas de diarios
informativos como EL UNIVERSAL, tan sólo le reconocieron 14.34 puntos de rating al primer grito de la
independencia realizado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en su
transmisión televisiva; situación que aún así, resulta una teleaudiencia muy
alta, pero nada comparada en número de
auditorio captado, con la que se hizo presente este año con más de 53
millones de receptores, al tratarse de una cadena nacional, de un evento que fue
totalmente virtual y no presencial, y al consistir en un acto tradicional con
un peso específico muy particular por el momento político y clínico-sanitario
que estamos viviendo, independientemente,
de la alta aceptación que tiene el Presidente por parte del pueblo de
México. Tal situación nos definen
acontecimientos de nación que dejan cada vez más en ridículo, a la
minoría antiprogresista, que se disfraza de resistencia civil, y que solamente
engaña ser masiva por la vía virtual, ante la dirección, siempre de los mismos
apelantes y pasamemes, a los que ninguno de sus guisos con chile atorado, les
resultan bien y a su favor.