ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Se cumplieron dos años de la revolución electorera que ha llevado a la presidencia de la
república a Andrés Manuel López Obrador, mediante un movimiento desde el
entorno partidista con la participación votante del pueblo en apoyo a un sólo
hombre más que a un sólo partido; que provocó el freno fraudulento por parte del imperio internacional, aún ante
la guerra sucia. Se cumplieron dos años de la verdadera caída del prigobierno y
de sus partidos alternantes, basados en la imposición presidencialista criminóempresarial,
que tanto se negó a morir en el 68, en el 71, en el 82, en el 85, en el 88, en
el 2006 y en cada imposición sexenal y derrumbe económico, que mantuvo a México
como el país con dominio electoral de mayor atraso, por arriba de los países
socialistas y dictatoriales. La llegada de López Obrador a la presidencia de
México, no es parte de una revolución ideológica ni política, ni tampoco de un
voto de castigo como última escapatoria de una fábrica de pobres; sino que es
producto de la plena confianza a un hombre con convicciones filosóficas y
determinaciones antineoliberales que pueden provocar un cambio conductual y
eliminación de vicios con arraigo en el
gobierno, pero sin los cambios políticos profundos que no bastan ser iniciativa
de los que gobiernan sino por parte de
una acción fundamental de los que son gobernados. Se cumplen dos años de un
enfrentamiento romántico pero efectivo, en contra de las viejas acciones de
privilegios y de deslumbrón, que ahora
causan tantos dolores, hasta lo más íntimo del orificio del conducto
digestivo, para quienes con abusos
tenían privilegios, para la prepotencia burocrática y para las empresas,
asociaciones, fundaciones, agrupaciones y sindicatos chupapresupuestales y de
quienes robaban con el pretexto de su labor social en favor de la niñez con
cáncer, la mujer desprotegida, las víctimas del delito y hasta la mascota
extraviada; así como para los aviadores y para las prostitutas, esposas y
exesposas de los políticos y expolíticos. Han pasado dos años de elección y año
y medio, de la exhibición oficial del
atraso periodístico, debido al control
de los medios públicos y de comunicación, ahora con el sepulcro de la
propaganda oficial pero el nacer de
las vengativas noticias no verificadas y
dolosas que aparecen en las redes sociales, como una resistencia rabiosa por el
freno del viejo gobierno, saqueador del
país. El lópezobradorismo está marcando tiempos inéditos, tiempos de
desenmascarados, tiempos de evolución desmedida del poder ejecutivo federal en
contraste al poder judicial y legislativo; tiempos de cumplimiento cabal de
promesas de campaña con fidelidad a un proyecto de izquierda en base a la
honestidad, que tiene como prioridad, la
reconstrucción de la vida pública del país, la defensa social, el apoyo a los
pobres y la planeación de la autosuficiencia económica nacional, por medio de
la inversión de infraestructura sin dominio privatizador, que ha causado tanta
oposición, pero que también le ha brindado al Presidente, mayor número de
aprobación que la cantidad de votos obtenidos para su victoria aplastante. Se
cumplieron 730 días de vómito incontenible de los vividores del presupuesto del
país, de los pseudoempresarios -que no
se han ido del pais- y de los estrategas privatizadores que se devoraron los
recursos públicos de México; y cuya afectación nacional no se abatirá en un
sexenio, pero que sí le facilita al pueblo mexicano, su rescate de valores
mediante el ejemplo presidencial, y le otorga una llave inspiradora para la
reivindicación del país, como principal responsabilidad del pueblo, como
verdadero mandante de su destino; que
hasta ahora, no ha sabido que hacer,
ante la escoba que barre de arriba hacia abajo, cuando regularmente los
cambios, se hacen de abajo hacia arriba.