ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Actuar sin pensar es tanto como
pensar sin actuar; tal y como fue la conducta de los autonombrados líderes
cineastas, quienes antes, tanto señalaban que las metas se logran por méritos
propios, y que tanto criticaban al paternalismo del gobierno, que nos
acostumbraba a no luchar por nuestros propios medios y en autonomía
empresarial. Ahora resultó, que dichas voces fueron las que reclamaron la
limosna subsidiaria de un fideicomiso inútil, establecido desde sexenios
pasados, basado en una mala planeación,
lleno de corrupción, y sin que haya sido un factor determinante, para
elevar el nivel del arte mexicano, ni tampoco un impulso para nuevos artistas
emprendedores, ni un plan perfecto o eficaz para el triunfo de un mínimo de
películas nacionales y de cineastas mexicanos en las sobrevaluadas premiaciones
de Hollywood. Aún cuando todavía, no se había aprobado por el poder
legislativo, la supuesta desaparición del Fidecine; ya estaban supuestas "vacas sagradas" de nuestro cine,
alzando la voz en defensa de un cofre del tesoro, que solo guardaba vidrios y
no piedras preciosas, por lo que los demandantes al ser escuchados por el
gobierno, sólo reclamaron la permanencia de un fideicomiso sin importantes
efectos para nuestro cine, y se olvidaron de elaborar un pliego petitorio de acciones en el cual es urgente que el
gobierno actúe; y que deben consistir, desde la realización de un manual de
procedimientos de las filmaciones para cuando se establezca la nueva normalidad
y la manera de acceso a una sala de proyección cinematográfica; hasta una
planeación a corto y a largo plazo, referente al impulso al cine de todo género,
incluyendo al universitario; así como de la recuperación de Bellas Artes, y de
la organización de un festival de cine en México, que busque ser competitivo y
con intercambios importantes y de avanzada, sobretodo con el cine europeo,
asiático y sudamericano. Mucho menos se demandó por parte de la comunidad
cinematográfica, la eliminación de duopolios inconstitucionales, como lo son Cinemex y Cinépolis, que están encabezados por
empresarios malandrines como los Fastlicht y los Alejandros Ramírez, quienes
acobijan con mezquinos fines comerciales, a las carteleras extranjeras,
mientras que amenazan y presionan la exhibición de cintas mexicanas, mediante
una bomba de tiempo, consistente en que en un par de semanas tienen que ser un
taquillazo con limitación de salas para su proyección o de
inmediato son retiradas en sus cines. La unión y solidaridad de la comunidad
cinematogràfica y actoral, no dejan de ser aplaudibles, en la defensa de sus intereses y de aquellos que también
son de beneficio colectivo; pero esto no implica, que se deba caer en la trampa
de la manipulación de quienes aprovechan su buena fe, para un fin de golpeteo
político, en donde a sabiendas de que el fideicomiso se ha renegociado, todavía
en algunos medios de condicionamiento masivo, se insiste en el horror y error de su desaparición; mientras que por
otro lado, no existe esa unión artística, con reclamos airosos; para defender
a una asociación actoral que ha sido amagada por un secretario general
corrupto como Jesús Ochoa, o la
indiferencia del gremio, por compañeros
que se han muerto, por no contar con las medidas de protección necesarias y por
realizar actividades que sobrepasan a la de un actor, en la grabación de una
serie de Televisa, cuya responsabilidad también incluye a su sindicato y a la
Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en donde el cobarde silencio en
contraste a los gritos desgastados en un fideicomiso; hacen de una
injustificable tragedia; un hecho de menor relevancia y lo degradan hasta
hacerlo una situación anecdótica para una televisora, que históricamente,
también ha victimado al cine mexicano.