sábado, 10 de octubre de 2020

PAPA GOBIERNO Josè Angel Martìnez

 







ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Actuar sin pensar es tanto como pensar sin actuar; tal y como fue la conducta de los autonombrados líderes cineastas, quienes antes, tanto señalaban que las metas se logran por méritos propios, y que tanto criticaban al paternalismo del gobierno, que nos acostumbraba a no luchar por nuestros propios medios y en autonomía empresarial. Ahora resultó, que dichas voces fueron las que reclamaron la limosna subsidiaria de un fideicomiso inútil, establecido desde sexenios pasados, basado en una mala planeación,  lleno de corrupción, y sin que haya sido un factor determinante, para elevar el nivel del arte mexicano, ni tampoco un impulso para nuevos artistas emprendedores, ni un plan perfecto o eficaz para el triunfo de un mínimo de películas nacionales y de cineastas mexicanos en las sobrevaluadas premiaciones de Hollywood. Aún cuando todavía, no se había aprobado por el poder legislativo, la supuesta desaparición del Fidecine; ya estaban supuestas  "vacas sagradas" de nuestro cine, alzando la voz en defensa de un cofre del tesoro, que solo guardaba vidrios y no piedras preciosas, por lo que los demandantes al ser escuchados por el gobierno, sólo reclamaron la permanencia de un fideicomiso sin importantes efectos para nuestro cine, y se olvidaron de elaborar un pliego petitorio  de acciones en el cual es urgente que el gobierno actúe; y que deben consistir, desde la realización de un manual de procedimientos de las filmaciones para cuando se establezca la nueva normalidad y la manera de acceso a una sala de proyección cinematográfica; hasta una planeación a corto y  a largo plazo,  referente al impulso al cine de todo género, incluyendo al universitario; así como de la recuperación de Bellas Artes, y de la organización de un festival de cine en México, que busque ser competitivo y con intercambios importantes y de avanzada, sobretodo con el cine europeo, asiático y sudamericano. Mucho menos se demandó por parte de la comunidad cinematográfica, la eliminación de duopolios inconstitucionales,  como lo son Cinemex y  Cinépolis, que están encabezados por empresarios malandrines como los Fastlicht y los Alejandros Ramírez, quienes acobijan con mezquinos fines comerciales, a las carteleras extranjeras, mientras que amenazan y presionan la exhibición de cintas mexicanas, mediante una bomba de tiempo, consistente en que en un par de semanas tienen que ser un taquillazo  con  limitación de salas para su proyección o de inmediato son retiradas en sus cines. La unión y solidaridad de la comunidad cinematogràfica y actoral, no dejan de ser aplaudibles, en la defensa  de sus intereses y de aquellos que también son de beneficio colectivo; pero esto no implica, que se deba caer en la trampa de la manipulación de quienes aprovechan su buena fe, para un fin de golpeteo político, en donde a sabiendas de que el fideicomiso se ha renegociado, todavía en algunos medios de condicionamiento masivo, se insiste en el horror  y error de su desaparición; mientras que por otro lado, no existe esa unión artística, con reclamos airosos;  para defender  a una asociación actoral que ha sido amagada por un secretario general corrupto como Jesús Ochoa,  o la indiferencia del gremio,  por compañeros que se han muerto, por no contar con las medidas de protección necesarias y por realizar actividades que sobrepasan a la de un actor, en la grabación de una serie de Televisa, cuya responsabilidad también incluye a su sindicato y a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en donde el cobarde silencio en contraste a los gritos desgastados en un fideicomiso; hacen de una injustificable tragedia; un hecho de menor relevancia y lo degradan hasta hacerlo una situación anecdótica para una televisora, que históricamente, también ha victimado al cine mexicano.