ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Hasta que se cumpla la mitad de
este sexenio presidencial, podremos en verdad evaluar qué tan bueno o malo ha
sido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador; sin embargo sus acciones como
Presidente del país en el período prepandémico e interpandémico, a menos de tres años de haber protestado como
mandatario constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, nos permite al menos
arriesgar nuestro comentario, con todo y que seguramente nos aguardan algunas
otras sorpresas en el resto de su sexenio. La evaluación puede resultar
difícil, solamente para parte del pueblo de México que está compuesto por
ignorantes o por corruptos, ya que la calificación de este gobierno, resulta
evidente. Recuerdo que en el Mundial de
fútbol en México 86, la selección nacional de nuestro país, contaba dentro de
su alineación con Hugo Sánchez, que en ese momento histórico deportivo, nadie
podía contradecir que era el mejor futbolista mexicano de la historia en el
aparador del fútbol internacional; sin
embargo tal situación, no convertía al equipo mexicano en el mejor del mundial,
ni a la federación mexicana de
fútbol en la mejor federación de la
historia de México. En esta parte del sexenio del gobierno de Andrés Manuel
López Obrador, ya lo podemos apuntar como de los presidentes mexicanos, más
queridos y honestos de la historia, y su accionar de gobierno, lo podemos
calificar basado en determinaciones
firmes, inteligentes y congruentes a sus promesas como candidato, en
donde su principal objetivo es frenar el saqueo de los recursos naturales del
país y dar marcha atrás a un sistema neoliberalista, sumamente destructor y
apatrida. Entiendo que estas aseveraciones, tendrán que ser respaldadas con
mayores y mejores resultados en el proceso estratégico de este gobierno, y que
será importante realizar un análisis más profundo, pero sí podemos argumentar
que México tiene a un excelente Presidente como aquella selección mexicana de
fútbol tenía en Hugo Sánchez, al mejor
futbolista mexicano a nivel internacional; -pero esta situación de contar con
un buen gobernante-, no es suficiente para que seamos un mejor país, ni una
potencia mundial, ni un mejor pueblo, ni un óptimo Estado; ya que para tal fin,
se requieren otros esfuerzos y factores, que van más allá de contar con el
mejor Presidente de la historia de México. También resulta claro, que es
complicado hablar sobre las formas de composición y autocomposición del Estado, y de la reestructuración de la
vida pública del país, cuando las ideas se exponen ante intolerantes, o
corruptos que han perdido privilegios, o con
ignorantes, o con quienes no han
superado la derrota electoral de Ricardo Anaya, Margarita de Calderón o Antonio
Meade, o de quienes no aceptan la
derrota moral y política de los traficantes con distraz de empresarios, y
sobretodo para quien no acepta la realidad evolutiva que está viviendo nuestro
país, después de más de medio siglo, de un sometimiento ideológico y de atraso
educativo, que comenzó siendo religiopresidictatorial y que terminó siendo
doctrinariamente saqueador en lo más profundo de lo que muchos llamamos
inmoralidad, pero que no muchos entienden, aunque sí y -con rabia-; practican.