sábado, 10 de octubre de 2020

PEGO EL GRITO Josè Angel Martìnez










 ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Si hace un año se disfrutó de un grito presidencial de la independencia, que fue  vibrante y festivo, con un entusiasmo nunca antes visto por la unidad entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el pueblo de México; este año se vivió una ceremonia conmemorativa y solidaria, debido a la pandemia que sigue enfermando y matando mexicanos. La logística del evento del grito del quince de septiembre presentó contradicciones y una mala transmisión por televisión. Los juegos pirotécnicos que tuvieron que ser guardados para mejor ocasión -o que incluso se  deberían de desarraigar   por  la contaminación y peligro que producen-, desentonaron con la plaza vacía por las medidas sanitarias (debido al coronavirus), y con la emotiva antorcha encendida al centro del zócalo que acompañó al minuto de silencio más solemne que haya vivido el país y la Ciudad de México. El arrebato luminoso de lo que pudo ser un evento  imborrable y sobrio, no empañó la aparición en el balcón,  de un presidente legítimo, aceptado y patriota, en donde  aún nos resulta raro,- para quienes hemos vivido casi treinta  gritos de la independencia-,  que ya no aparezca  un Presidente repudiado, impuesto, hipócrita y ladrón; por lo que resulta alentador, que el Presidente Andrés López, ejecute un grito con legitimidad, portando una banda presidencial digna y producto de una lucha social sin violencia, aunque atacada por contraprogresistas. Igualmente de decoroso, resulta tenerlo como observador del desfile militar como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, en donde a su paso, las corporaciones se han comenzado a purificar, después de haber tenido a su mando, a verdaderos ladrones y a uniformados delincuenciales y vendepatrias como Guillermo Galván Galván o Salvador Cienfuegos Zepeda, quienes junto con los Presidentes del Poder Judicial, no deben ser descartados para un juicio  histórico y penal, respecto a sus oscuras actuaciones, tal y como se quieren juzgar a los expresidentes de la república. La lucha electorera transformativa y la saneación de la vida pública del país han resultado victoriosas y fueron simbolizadas por el Presidente López Obrador con el Sorteo de la Lotería Nacional relativo al avión presidencial; por lo que ahora se debe continuar con la cimentación para la revolución política, en lo que el pueblo de México recupera su plena  conciencia y grado de intelectualidad óptima que requiere una revolución ideológica, y continuar con el plan social y económico que se destrozó de una manera aguda con José López Portillo y el postneoliberalismo, y  continuar, con la recuperación ejemplificativa de la moral y la no corrupción, que en el gobierno de Miguel de la Madrid era un falso eslogan y en donde en el sexenio peñista, se insistió que la corrupción,  formaba parte de la cultura mexicana. De igual forma, nuestra nación debe recuperarse de la ceguera colectiva, de la cual hemos sufrido por los conquistadores, los colonizadores, después por la Iglesia, por el presidencialismo, por el imperio internacional y ahora por los abusos empresariales.