sábado, 10 de octubre de 2020

LA SANGRE NO HA LLEGADO AL RIO Josè Angel Martìnez Jimènez

 










Cuando se anunció que regresaban los teatros en México, no pensé que se referían al retorno de Ricardo Anaya, ni a los etílicomentarios de Felipe Calderón o a los berrinches pilloempresariales entre títeres y titiriteros que nos describen según ellos,  a un México en estado de sitio, como si los mercaderes de la comunicación ya no pudieran  diarrehablar o como si los farsantes intelectuales orgánicos y los pésimos cómicos, rockeros y supuestos artistas, ya no pudieran insultar al actual Presidente de la República. El fondo del asunto, es la desesperación de que los negocios ya no son tráfico de influencias,  el periodismo ya no es vocería pagada ni una acción ventajista de  relaciones públicas y contratismos. Ahora el  fortalecimiento del peso no es deuda pública ni el gasolinazo es un paisaje costumbrista y la corrupción ya no  equivale a ser  parte de nuestra cultura. Tampoco las sociedades civiles son un cheque al portador para falsos actos altruistas o para la realización de  hipócritas entregas de premios comprados, cuyo valor de cubiertos en honor a los niños con cáncer u otras causas sociales, aumentaban sí en la cena de gala, se encontraba presente entre las sillas de los comensales, las nalgas del presidente en turno y cuya recolecta se iba a las elegantes bolsas de las distinguidas esposas, amantes o prostitutas de los gentiles organizadores o funcionarios públicos con relación a tan "nobles fiestas". Ya el gobierno no gasta en chayote ni en suscripciones de revistas a costa del erario público, ni existen rescates empresariales por medio de los bienes del Estado, para quienes se decían empresarios autosuficientes y exitosos. Los que verdaderamente atacan al gobierno del Presidente Andrés Manuel López  Obrador son este grupo de corruptos perdedores, pero también existen los antiprogresistas, a los cuales les encanta que les llamen fifis o neoliberales, ya que precisamente atacando al actual gobierno, sienten que pueden aparentar pertenecer a una clase social mayor a la que les corresponde,  pero que a la hora de votar en secreto, forman parte de los más de 30 millones en favor de la presidencia lópezobradorista;  y que son ignorantes al mostrar apariencias, ya que en el apoyo para la recuperación del país, también existen pobres y ricos , ya que sin poder económico, no hay movimiento político que pueda concretarse en lo que ha encabezado el actual presidente del país. Otros que también atacan la política de recuperación que estamos viviendo,  son aquellos que resultan ser unas veletas intelectuales, unos pasamemes y expertos en la defensa de las opiniones ajenas y con una  total ignorancia para desarrollar las propias. Y así entre saqueadores con poder disminuido, y corruptos acomplejados, son raros quienes legítimamente y de buena fe, están en contra del nuevo gobierno, tan es así, que no han expuesto sus argumentos de manera clara, seria y comprobada, ni tienen candidato opositor. Y es que también resulta insano, no tener confrontación de ideas y de soluciones, y apoyar en automático una propuesta, sin embargo, vivimos tiempos atípicos que demandan plena solidaridad, humanismo y una oposición que no sea en el fondo, solamente una resistencia. Ahora con mayor fuerza, vendrá el golpe de Estado parlante en contra del Presidente López Obrador, el golpeteo en favor de las causas apócrifas, la pantomima de las marchas motorizadas y los plantones caricaturescos  en Paseo de la Reforma, y no, como aquel  verdadero movimiento en contra del fraude electoral, que los antiprogresistas  en ese tiempo tanto criticaban. La sangre no ha llegado al río como se quiere encauzar por parte de los provocadores,  a base de la alarma y la mentira, pero el defender una transformación como la que vive el país, también requiere  mostrar una conducta a base de las convicciones, por lo que no se debe actuar de la forma que tanto se crítica, ni caer en lo absurdo de defender extremos que se juntan o enfrentamientos inútiles  como los que protagonizan los enajenados amlovers contra los desquiciados fanáticos antiamlos. Lo cierto es que hasta el momento no existe otro político que muestre la capacidad y aptitudes del actual presidente, ni se ha mostrado que su proyecto de nación no sea benéfica para el país, y si tenemos un gobierno que hasta se pasa de dialogador, que es puntual tolerante, que es  reconstructor y ejecutor de ideas pendientes en la política de Estado, que es  legítimo, práctico y no censurador, ni violador de los derechos humanos como ocurre con otros gobiernos locales como el caso de Alfaro en Jalisco y de Aureoles Conejo en Michoacán, en donde los supuestos brillantes periodistas, mártires luchadores sociales, luminosos intelectuales y sabios, no han realizado desplegados, marchas (aunque sean motorizadas), ni plantones  en contra de ellos. El país tiene un experimentado chófer  que usa cubrebocas cuando lo debe de usar, y está en buenas manos.