Cuando se anunció que regresaban los teatros en México, no
pensé que se referían al retorno de Ricardo Anaya, ni a los etílicomentarios de
Felipe Calderón o a los berrinches pilloempresariales entre títeres y
titiriteros que nos describen según ellos,
a un México en estado de sitio, como si los mercaderes de la
comunicación ya no pudieran diarrehablar
o como si los farsantes intelectuales orgánicos y los pésimos cómicos, rockeros
y supuestos artistas, ya no pudieran insultar al actual Presidente de la
República. El fondo del asunto, es la desesperación de que los negocios ya no
son tráfico de influencias, el periodismo
ya no es vocería pagada ni una acción ventajista de relaciones públicas y contratismos. Ahora
el fortalecimiento del peso no es deuda
pública ni el gasolinazo es un paisaje costumbrista y la corrupción ya no equivale a ser parte de nuestra cultura. Tampoco las
sociedades civiles son un cheque al portador para falsos actos altruistas o
para la realización de hipócritas
entregas de premios comprados, cuyo valor de cubiertos en honor a los niños con
cáncer u otras causas sociales, aumentaban sí en la cena de gala, se encontraba
presente entre las sillas de los comensales, las nalgas del presidente en turno
y cuya recolecta se iba a las elegantes bolsas de las distinguidas esposas,
amantes o prostitutas de los gentiles organizadores o funcionarios públicos con
relación a tan "nobles fiestas". Ya el gobierno no gasta en chayote
ni en suscripciones de revistas a costa del erario público, ni existen rescates
empresariales por medio de los bienes del Estado, para quienes se decían
empresarios autosuficientes y exitosos. Los que verdaderamente atacan al
gobierno del Presidente Andrés Manuel López
Obrador son este grupo de corruptos perdedores, pero también existen los
antiprogresistas, a los cuales les encanta que les llamen fifis o neoliberales,
ya que precisamente atacando al actual gobierno, sienten que pueden aparentar
pertenecer a una clase social mayor a la que les corresponde, pero que a la hora de votar en secreto,
forman parte de los más de 30 millones en favor de la presidencia
lópezobradorista; y que son ignorantes
al mostrar apariencias, ya que en el apoyo para la recuperación del país,
también existen pobres y ricos , ya que sin poder económico, no hay movimiento
político que pueda concretarse en lo que ha encabezado el actual presidente del
país. Otros que también atacan la política de recuperación que estamos
viviendo, son aquellos que resultan ser
unas veletas intelectuales, unos pasamemes y expertos en la defensa de las
opiniones ajenas y con una total
ignorancia para desarrollar las propias. Y así entre saqueadores con poder
disminuido, y corruptos acomplejados, son raros quienes legítimamente y de
buena fe, están en contra del nuevo gobierno, tan es así, que no han expuesto
sus argumentos de manera clara, seria y comprobada, ni tienen candidato
opositor. Y es que también resulta insano, no tener confrontación de ideas y de
soluciones, y apoyar en automático una propuesta, sin embargo, vivimos tiempos
atípicos que demandan plena solidaridad, humanismo y una oposición que no sea
en el fondo, solamente una resistencia. Ahora con mayor fuerza, vendrá el golpe
de Estado parlante en contra del Presidente López Obrador, el golpeteo en favor
de las causas apócrifas, la pantomima de las marchas motorizadas y los
plantones caricaturescos en Paseo de la
Reforma, y no, como aquel verdadero
movimiento en contra del fraude electoral, que los antiprogresistas en ese tiempo tanto criticaban. La sangre no
ha llegado al río como se quiere encauzar por parte de los provocadores, a base de la alarma y la mentira, pero el
defender una transformación como la que vive el país, también requiere mostrar una conducta a base de las
convicciones, por lo que no se debe actuar de la forma que tanto se crítica, ni
caer en lo absurdo de defender extremos que se juntan o enfrentamientos
inútiles como los que protagonizan los
enajenados amlovers contra los desquiciados fanáticos antiamlos. Lo cierto es
que hasta el momento no existe otro político que muestre la capacidad y
aptitudes del actual presidente, ni se ha mostrado que su proyecto de nación no
sea benéfica para el país, y si tenemos un gobierno que hasta se pasa de
dialogador, que es puntual tolerante, que es
reconstructor y ejecutor de ideas pendientes en la política de Estado,
que es legítimo, práctico y no censurador,
ni violador de los derechos humanos como ocurre con otros gobiernos locales
como el caso de Alfaro en Jalisco y de Aureoles Conejo en Michoacán, en donde
los supuestos brillantes periodistas, mártires luchadores sociales, luminosos
intelectuales y sabios, no han realizado desplegados, marchas (aunque sean
motorizadas), ni plantones en contra de
ellos. El país tiene un experimentado chófer
que usa cubrebocas cuando lo debe de usar, y está en buenas manos.