sábado, 10 de octubre de 2020

EL TEATRO Josè Angel Martìnez

 









ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- A nadie nos gusta observar las butacas vacías en un teatro, sin embargo, fueron los grandes empresarios teatrales quienes despreciaron el esfuerzo  ofrecido de que abrieran unas semanas más sus taquillas cuando se presentó el primer fallecimiento en México a causa de Covid19, y ahora que se están presentando más de 55,293 defunciones, y que la CDMX es la entidad con mayor número de contagios, es que presionan a las autoridades para su apertura y sin velar por los intereses y por las diferentes necesidades de todos los tipos de escenarios y modalidades del teatro. Los argumentos principales para la exigencia de abrir las taquillas, es que los participantes  en el escenario tendrían todas las precauciones  sanitarias necesarias, sin proponer o  presentar un manual de procedimientos al respecto,  cuando el mayor riesgo será para los espectadores. También expresan su preocupación por los trabajadores teatrales, cuando poco o nada se han preocupado por las condiciones laborales de los taquilleros, acomodadores, personal de aseo y otros empleados ligados al teatro y  sin apoyo ni empresarial ni sindical, desde antes de esta pandemia. También se alega, que las salas de cine ya tienen su apertura, gracias a la presión de cineastas como Guillermo Del Toro y González Iñàrritu, como si dichos cineastas sobrevaluados, fueran de mayor peso que un actor teatral como Ignacio López Tarso, quien prudentemente y a su edad, explora la escenificación virtual ante la situación sanitaria que nos embarga.  Si los cines  han abierto sus puertas antes que los teatros,  ha sido por una mafia monopólica, compuesta por el poder económico de los Fastlicht y los Alejandros Ramírez, que se han preocupado más, por la concentración de poder y la guerra sucia política que por impulsar el arte y a las cintas mexicanas ante las extranjeras. Es válido obtener ganancias empresariales, también laborales y también artísticas, y en la situación que nos aqueja, obtener recursos de subsistencia; lo que no resulta válido, es defender intereses particulares con la bandera de ser luchador de los intereses generales, tampoco es válido ser oportunista político, tampoco se justifica la imprudencia, como tampoco se excluye el grado de responsabilidad del gobierno, así como  de las magno empresas de espectáculos y de los propios espectadores, que desde antes de la pandemia, no se han solidarizado en apoyar al teatro en general, ni a otras expresiones artísticas y actividades del espectáculo, que han tenido que salir adelante con sus propios recursos y sin los apoyos de dudosa procedencia o los patrocinios y apoyos políticos con que cuentan las grandes empresas, y que son las gigantes, las que más airadamente protestan y pierden la calma ante esta contingencia. Se deben abrir los teatros y debe existir  más que nunca el apoyo periodístico que pocas veces se brinda para las pequeñas compañías, pero también debe existir una propuesta inteligente y oportuna para el reinicio  de la actividad teatral, del espectáculo y de la diversión, principalmente nocturna en México.